Lo que plasma la mitología romana es la influencia de la mitología griega, no una mitología propia. Para entender esto, hay que señalar en principio un hecho de tipo cronológico. A comienzos del siglo VIII la situación de Grecia y Roma es una situación muy distinta. En el 776 tiene lugar la primera olimpiada griega en honor de Zeus; por su parte en el 753 se forma la Roma de Rómulo y Remo, de las cabañas del palatino. Por tanto, los romanos, a mediados del VIII viven en unas condiciones muy retrasadas y no existe ni el menor asomo de comparación con Grecia. En el siglo VIII los griegos comienzan a mantener contactos con la zona itálica, desembarcando en Italia con una riquísima literatura, nada menos que la Ilíada y la Odisea de Homero. No solo con una escritura y rica literatura sino también con una riquísima iconografía que reflejan mitos griegos. De esta manera, los romanos se ven desbordados por una mitología que no es la suya, sino la griega que cuenta con poderosas armas de difusión. De esta forma harán suya una mitología griega, que no les pertenece.
¿En el pasado más remoto los romanos llegaron a tener una mitología propia? ¿Cómo reconocer esa mitología perdida? Es difícil porque el mito es el soporte de los gestos, las palabras, los movimientos, etc. No es fácil recuperar los mitos romanos. Se cree que los mitos romanos se han historizado, es decir han sido pasado del Olimpo a la tierra y los héroes que intervienen no son realmente dioses sino que adquieren la forma de hombre. Se considera por lo tanto que gran parte de esa mitología romana ha sido perdida.
En el mundo romano se conocieron dos triadas:
- La arcaica: Júpiter-Marte-Quirino.
- La capitolina: Júpiter-Juno-Minerva.
En la triada arcaica se cree que tiene cada uno una función propia. Júpiter simboliza la soberanía del poder político y religioso. Marte representa la función militar. Quirino representa la función de la producción del campo. Estas tres funciones se reconocen en Roma de la misma manera en que se reconocen en otras tríadas indoeuropeas. Es posible, por tanto, que Roma hubiera conocido una mitología propia.
En cuanto a los dioses romanos hay que decir que hay una serie de características propias de estos que vienen a señalar que no suponen una mera trasposición del panteón griego. Los dioses romanos eran muy diferentes y hay una serie de características propias, como por ejemplo, que entre los dioses romanos no hay aventuras amorosas como en los poemas griegos. En la tríada capitolina Júpiter y Juno son esposos pero no se parece nada a la relación personal amorosa de Zeus y Hera. Los dioses griegos son dioses pasionales, los romanos por el contrario no tienen pasiones ni guardan relaciones de tipo amoroso.
Las características propias de los dioses romanos se resumen en tres:
- Son dioses serios.
- Son dioses muy distantes. Tan superiores que intervienen muy pocas veces en los asuntos de los hombres y menos aún controlar las conciencias de los hombres.
- Las funciones. Esta es la característica que más interesa a los romanos de sus dioses. Las relaciones de la triada capitolina, que es la más importante, son relaciones de función.
Algo característico de la cultura y religión romana es que frente al mito y el pensamiento teológico, lo que preocupa ante todo es la función, la acción de los dioses y el ritual ejecutado por el hombre (que deben ser ejecutados limpiamente y de forma eficaz). Esto se demuestra en la plegaria romana, que debe ser escrupulosamente producida.
También aparece como característica entre el hombre y el dios la preocupación por mantener la paz con los dioses, tratar de que no se indispongan, porque de lo contrario pueden enviar serios castigos (terremotos, eclipses, pestes…). En las relaciones entre dioses y hombres hay una ausencia muy clara y es la ausencia de cualquier atisbo de rebelión contra los dioses. Los romanos nunca concibieron la idea de revelarse contra los dioses. Esto fue algo propio sin embargo de los griegos, los que conocían el pensamiento teológico concebían la idea de rebelarse contra los dioses (como el mito de Prometeo). En Roma no tenemos nada de todo esto. Esto es algo que queda en el mundo romano solo para una secta filosófica, la secta de los epicúreos (que es una secta griega con gran éxito en época helenística). Lucrecio fue uno de esos epicúreos (De rerum natura). En las relaciones entre dioses y hombre hay otro aspecto importante, el de los sacrificios, un pilar fundamental para mantener satisfechos a los dioses. El sacrificio era expresión de la piedad del sentimiento religioso romano. El sacrificio, es un privilegio de los cives (ciudadanos). En el caso de que los dioses se indispusieran se despertaba la ira de los dioses. Esto nos lleva a un punto muy importante de la religión romana, que es el de la comunicación.
La comunicación entre los hombres y los dioses es necesaria porque es necesario conocer la voluntad de los dioses y su estado de ánimo. Cuando hablamos de esa comunicación nos referimos automáticamente a la adivinación. La adivinación del mundo antiguo no tiene el sentido que tiene en la actualidad. La adivinación era para los antiguos un medio de comunicación. Al hablar de adivinación hay que hacer referencia a los oráculos. En Roma, por su parte, no había nada de esta adivinación natural, una adivinación que se sirve del éxtasis del sacerdote/sacerdotisa o profeta/profetisa. La adivinación en Roma era perseguida por las autoridades romanas. Roma rechaza este tipo de adivinación y se fundamenta en una adivinación inductiva, que frente a la anterior requiere unos intérpretes masculinos, sacerdotes reclutados de las familias aristocráticas romanas. Recurren a un doble tipo de adivinación:
- A la auguratio, la observación del vuelo de las aves. Los augures eran intérpretes y mediadores de Júpiter. Adivinación muy pobre con respecto a los oráculos griegos.
- A la haruspicina, la observación de las entrañas de la víctima. A través de la cual se reconoce la voluntad de Júpiter. En sus orígenes la religión romana no conoció el antropomorfismo, es decir la caracterización de los dioses en forma humana. Los dioses estuvieron 170 años (desde la fundación de Roma) sin conocer estatuas hasta que llegaron los griegos y etruscos, y tallaron las primeras imágenes. La religión romana en sus orígenes era muy pura y el hombre arcaico del siglo VIII y VII vivía en contacto directo con la naturaleza para sentir a los dioses. Es sólo después cuando aparecen las estatuas de los dioses, conocidas como signa o simulacra. Las estatuas estaban entrazadas dentro de los templos, unos templos que no tenían solo funciones religiosas sino también funciones civiles. Eran estatuas que se encontraban al fondo del interior del templo. Los hombres podían verlas pero desde el exterior. Estas estatuas llegan sin duda a Roma de la mano de griegos y etruscos. Son estatuas elaboradas por los artistas griegos inicialmente, conocemos los casos de Damófilo y Gorgaso, que embellecieron el templo de la diosa Ceres (de la diosa femenina más importante).
¿En el pasado más remoto los romanos llegaron a tener una mitología propia? ¿Cómo reconocer esa mitología perdida? Es difícil porque el mito es el soporte de los gestos, las palabras, los movimientos, etc. No es fácil recuperar los mitos romanos. Se cree que los mitos romanos se han historizado, es decir han sido pasado del Olimpo a la tierra y los héroes que intervienen no son realmente dioses sino que adquieren la forma de hombre. Se considera por lo tanto que gran parte de esa mitología romana ha sido perdida.
En el mundo romano se conocieron dos triadas:
- La arcaica: Júpiter-Marte-Quirino.
- La capitolina: Júpiter-Juno-Minerva.
En la triada arcaica se cree que tiene cada uno una función propia. Júpiter simboliza la soberanía del poder político y religioso. Marte representa la función militar. Quirino representa la función de la producción del campo. Estas tres funciones se reconocen en Roma de la misma manera en que se reconocen en otras tríadas indoeuropeas. Es posible, por tanto, que Roma hubiera conocido una mitología propia.
En cuanto a los dioses romanos hay que decir que hay una serie de características propias de estos que vienen a señalar que no suponen una mera trasposición del panteón griego. Los dioses romanos eran muy diferentes y hay una serie de características propias, como por ejemplo, que entre los dioses romanos no hay aventuras amorosas como en los poemas griegos. En la tríada capitolina Júpiter y Juno son esposos pero no se parece nada a la relación personal amorosa de Zeus y Hera. Los dioses griegos son dioses pasionales, los romanos por el contrario no tienen pasiones ni guardan relaciones de tipo amoroso.
Las características propias de los dioses romanos se resumen en tres:
- Son dioses serios.
- Son dioses muy distantes. Tan superiores que intervienen muy pocas veces en los asuntos de los hombres y menos aún controlar las conciencias de los hombres.
- Las funciones. Esta es la característica que más interesa a los romanos de sus dioses. Las relaciones de la triada capitolina, que es la más importante, son relaciones de función.
Algo característico de la cultura y religión romana es que frente al mito y el pensamiento teológico, lo que preocupa ante todo es la función, la acción de los dioses y el ritual ejecutado por el hombre (que deben ser ejecutados limpiamente y de forma eficaz). Esto se demuestra en la plegaria romana, que debe ser escrupulosamente producida.
También aparece como característica entre el hombre y el dios la preocupación por mantener la paz con los dioses, tratar de que no se indispongan, porque de lo contrario pueden enviar serios castigos (terremotos, eclipses, pestes…). En las relaciones entre dioses y hombres hay una ausencia muy clara y es la ausencia de cualquier atisbo de rebelión contra los dioses. Los romanos nunca concibieron la idea de revelarse contra los dioses. Esto fue algo propio sin embargo de los griegos, los que conocían el pensamiento teológico concebían la idea de rebelarse contra los dioses (como el mito de Prometeo). En Roma no tenemos nada de todo esto. Esto es algo que queda en el mundo romano solo para una secta filosófica, la secta de los epicúreos (que es una secta griega con gran éxito en época helenística). Lucrecio fue uno de esos epicúreos (De rerum natura). En las relaciones entre dioses y hombre hay otro aspecto importante, el de los sacrificios, un pilar fundamental para mantener satisfechos a los dioses. El sacrificio era expresión de la piedad del sentimiento religioso romano. El sacrificio, es un privilegio de los cives (ciudadanos). En el caso de que los dioses se indispusieran se despertaba la ira de los dioses. Esto nos lleva a un punto muy importante de la religión romana, que es el de la comunicación.
La comunicación entre los hombres y los dioses es necesaria porque es necesario conocer la voluntad de los dioses y su estado de ánimo. Cuando hablamos de esa comunicación nos referimos automáticamente a la adivinación. La adivinación del mundo antiguo no tiene el sentido que tiene en la actualidad. La adivinación era para los antiguos un medio de comunicación. Al hablar de adivinación hay que hacer referencia a los oráculos. En Roma, por su parte, no había nada de esta adivinación natural, una adivinación que se sirve del éxtasis del sacerdote/sacerdotisa o profeta/profetisa. La adivinación en Roma era perseguida por las autoridades romanas. Roma rechaza este tipo de adivinación y se fundamenta en una adivinación inductiva, que frente a la anterior requiere unos intérpretes masculinos, sacerdotes reclutados de las familias aristocráticas romanas. Recurren a un doble tipo de adivinación:
- A la auguratio, la observación del vuelo de las aves. Los augures eran intérpretes y mediadores de Júpiter. Adivinación muy pobre con respecto a los oráculos griegos.
- A la haruspicina, la observación de las entrañas de la víctima. A través de la cual se reconoce la voluntad de Júpiter. En sus orígenes la religión romana no conoció el antropomorfismo, es decir la caracterización de los dioses en forma humana. Los dioses estuvieron 170 años (desde la fundación de Roma) sin conocer estatuas hasta que llegaron los griegos y etruscos, y tallaron las primeras imágenes. La religión romana en sus orígenes era muy pura y el hombre arcaico del siglo VIII y VII vivía en contacto directo con la naturaleza para sentir a los dioses. Es sólo después cuando aparecen las estatuas de los dioses, conocidas como signa o simulacra. Las estatuas estaban entrazadas dentro de los templos, unos templos que no tenían solo funciones religiosas sino también funciones civiles. Eran estatuas que se encontraban al fondo del interior del templo. Los hombres podían verlas pero desde el exterior. Estas estatuas llegan sin duda a Roma de la mano de griegos y etruscos. Son estatuas elaboradas por los artistas griegos inicialmente, conocemos los casos de Damófilo y Gorgaso, que embellecieron el templo de la diosa Ceres (de la diosa femenina más importante).
DIOSES DOMÉSTICOS
El panteón romano tenía gran variedad. Hay sin duda una descripción que conviene tener muy presente dentro del conjunto de los dioses, que son los dioses domésticos. Al igual que los hay domésticos hay unos dioses oficiales. Los dioses domésticos eran los Lares, los Genius y los Penates, eran dioses privados. Eran divinidades propias del hogar, de las casas.
LAS PERSONIFICACIONES
Otro bloque fuera del ámbito privado es el capítulo de las abstracciones o personificaciones. Son divinidades que representan ciertas cualidades. Son cualidades del hombre divinizadas; honradas como divinas por los romanos como por ejemplo, Horos (dios del honor), Virtus (dios de la virtud), Ops (diosa de la riqueza y abundancia).
Frente a estas divinidades hay otras que no son tan deseables como por ejemplo Febris (diosa de la fiebre), Robigus (dios del hongo que ataca la espiga del trigo). Estas divinidades negativas escandalizaban a los filósofos así como a pensadores, como era el caso de Cicerón.
LOS HÉROES
Hay algo que realmente define el panteón griego y es que junto a la existencia de dioses están los héroes. En Roma, por su parte, nos encontramos con una total ausencia de héroes. Con una ausencia de categorías intermedias entre dioses y héroes. Se presentan algunos problemas muy tempranamente en Roma y opta entonces por la asimilación directa de los dioses. Por ejemplo, Eneas aparece identificado con una divinidad menor, Indiges y Rómulo con Quirino.
Tenemos también a los muertos, a los que se deifican. Los muertos no van a vagar entre dioses y hombres. Se les hace di Manes o di parentes, dioses manes.
LOS DIOSES EXTRANJEROS
Por último, el panteón romano, en términos generales, es un panteón que puede presentar una cierta contradicción. Porque por una parte, los romanos estuvieron muy apegados a sus dioses, mantuvieron incluso las divinidades romanas más antiguas reflejado en las plegarias; una característica propia seria el conservadurismo. Pero por otra parte Roma era muy abierta y receptiva a otras divinidades venidas del exterior. La religión romana estaba bastante bien dibujada ya en el siglo VIII a.C. pero aun así tenían una actitud de tolerancia religiosa. Tempranamente se van incorporando dioses griegos al panteón romano como por ejemplo Cástor y Pólux, Heracles, Apolo, Hermes (conocido como Mercurio), Hera. Más tarde de esta oleada de divinidades griegas, Roma se abre a algunas divinidades orientales, a pesar de que la resistencia de Roma fue fuerte inicialmente. Algunas divinidades sirias también como por ejemplo Adonis o Dea Syria.
Pomerium era un término que reflejaba el límite religioso. Unas divinidades estarán dentro y otras fuera del pomerium. No se conoce muy bien la realidad del pomerium pero se cree que tiene que ver con los límites de la muralla de Roma.
El panteón romano tenía gran variedad. Hay sin duda una descripción que conviene tener muy presente dentro del conjunto de los dioses, que son los dioses domésticos. Al igual que los hay domésticos hay unos dioses oficiales. Los dioses domésticos eran los Lares, los Genius y los Penates, eran dioses privados. Eran divinidades propias del hogar, de las casas.
LAS PERSONIFICACIONES
Otro bloque fuera del ámbito privado es el capítulo de las abstracciones o personificaciones. Son divinidades que representan ciertas cualidades. Son cualidades del hombre divinizadas; honradas como divinas por los romanos como por ejemplo, Horos (dios del honor), Virtus (dios de la virtud), Ops (diosa de la riqueza y abundancia).
Frente a estas divinidades hay otras que no son tan deseables como por ejemplo Febris (diosa de la fiebre), Robigus (dios del hongo que ataca la espiga del trigo). Estas divinidades negativas escandalizaban a los filósofos así como a pensadores, como era el caso de Cicerón.
LOS HÉROES
Hay algo que realmente define el panteón griego y es que junto a la existencia de dioses están los héroes. En Roma, por su parte, nos encontramos con una total ausencia de héroes. Con una ausencia de categorías intermedias entre dioses y héroes. Se presentan algunos problemas muy tempranamente en Roma y opta entonces por la asimilación directa de los dioses. Por ejemplo, Eneas aparece identificado con una divinidad menor, Indiges y Rómulo con Quirino.
Tenemos también a los muertos, a los que se deifican. Los muertos no van a vagar entre dioses y hombres. Se les hace di Manes o di parentes, dioses manes.
LOS DIOSES EXTRANJEROS
Por último, el panteón romano, en términos generales, es un panteón que puede presentar una cierta contradicción. Porque por una parte, los romanos estuvieron muy apegados a sus dioses, mantuvieron incluso las divinidades romanas más antiguas reflejado en las plegarias; una característica propia seria el conservadurismo. Pero por otra parte Roma era muy abierta y receptiva a otras divinidades venidas del exterior. La religión romana estaba bastante bien dibujada ya en el siglo VIII a.C. pero aun así tenían una actitud de tolerancia religiosa. Tempranamente se van incorporando dioses griegos al panteón romano como por ejemplo Cástor y Pólux, Heracles, Apolo, Hermes (conocido como Mercurio), Hera. Más tarde de esta oleada de divinidades griegas, Roma se abre a algunas divinidades orientales, a pesar de que la resistencia de Roma fue fuerte inicialmente. Algunas divinidades sirias también como por ejemplo Adonis o Dea Syria.
Pomerium era un término que reflejaba el límite religioso. Unas divinidades estarán dentro y otras fuera del pomerium. No se conoce muy bien la realidad del pomerium pero se cree que tiene que ver con los límites de la muralla de Roma.
BIBLIOGRAFÍA
ROLDÁN HERVÁS, J.M. Historia de Roma. Ediciones Universidad Salamanca, Salamanca, 1995.
SECHI MESTICA, G. Diccionario Akal de mitología universal. Ediciones Akal, Madrid 1998
MONTERO HERRERO, S. La religión romana antigua. Colección: Historia del Mundo Antiguo.
Akal, Madrid, 1990.
ROLDÁN HERVÁS, J.M. Historia de Roma. Ediciones Universidad Salamanca, Salamanca, 1995.
SECHI MESTICA, G. Diccionario Akal de mitología universal. Ediciones Akal, Madrid 1998
MONTERO HERRERO, S. La religión romana antigua. Colección: Historia del Mundo Antiguo.
Akal, Madrid, 1990.